Presentación que hice en el marco del Festival del Origen,
nombramiento de Playa del Carmen en 1902, aniversario 123. Realizado por el
Consejo Ciudadano de Ciencia, Cultura, y Artes de Playa del Carmen
Foro de Literatura
Conocí a Ana Mar* hace muchos años. Desde entonces
hemos compartido caminos en la lucha por el derecho a la cultura, al arte y a
la inclusión. Juntas hemos creído en las utopías y, quizá, hoy podamos decir
que alguna de ellas se ha hecho realidad. Verla publicar su primer libro de
poemas.
Celebro no solo su
constancia, sino la revelación de una voz interior que siempre estuvo ahí,
gestándose. Su escritura es un espejo de su espíritu creador, de esa fuerza
silenciosa que convierte la experiencia en poesía.
Cuando leí el poema que da nombre al libro, sentí que estaba frente a su corazón más íntimo: un territorio donde la sombra y la luz dialogan, donde la palabra se vuelve refugio, y la belleza, una forma de resistencia.
Hablar de El Laberinto de las Sombras es adentrarse en una zona donde la palabra se convierte en espejo. Donde el lenguaje deja de ser un mero instrumento para narrar y se transforma en una revelación. El poema que hoy nos convoca, “La oscuridad inoculó a mi espíritu…”, nos abre precisamente esa puerta. Desde su primer verso, sentimos el estremecimiento de una voz que no teme mirar el abismo.No es una oscuridad cualquiera: es una presencia que se
introduce en el alma, la contagia, la habita. Una oscuridad que tiene
paciencia, que espera su momento, que conoce el peso del tiempo y lo utiliza
para corroer, para seducir, para enseñar.
“Pacientemente el caos me esperaba, en los laberintos de la
sombra,
donde la inercia del tiempo me embelesó en sus paredes.”
En estos versos Ana nos
enfrenta a una imagen poderosa: el caos como amante antiguo, como algo que nos
reconoce y nos espera.
El poema no describe un infierno en sí, sino una travesía interior. Es el alma,
desnuda, que se descubre frágil frente a sus propios fantasmas, miedos y frente
a sus pérdidas, frente a la voz de la duda.
“El vacío se nutrió de la desolación de mis manos
descarnadas,
de la peste de las palabras muertas, estrelladas en el muro del silencio.”
Aquí la palabra muerta es símbolo de lo que no se dice, de lo
que no se puede nombrar. Y, sin embargo, la poeta lo nombra todo: el miedo, la
fe quebrada, la plegaria como último refugio. En este laberinto, la voz poética
reza, suplica, se aferra a la invocación del Padre Nuestro como quien lanza una
cuerda en la oscuridad a un estanque vacío.
“Padre nuestro, líbrame de la noche. Se me ha metido al
cuerpo una asfixia, ciñe sus fuerzas sobre mi cuello, líbrame de ella.”
El tono es de una oración desesperada, pero profundamente
humana. No es una fe ciega, sino una fe herida, una fe que sangra y aun así se
sostiene.
Y ese es uno de los rasgos más hermosos del libro de Ana Mar: su honestidad
espiritual.
El Laberinto de las Sombras no es un poema sobre la oscuridad;
es una experiencia vivida desde dentro de ella. Cada palabra parece escrita
desde la respiración contenida, desde el temblor de quien atraviesa una noche
del alma y, aun sin saber si habrá amanecer, sigue caminando.
La oscuridad, nos dice Anamar, es el espacio donde el alma se
prueba a sí misma, donde se quiebra la certeza, donde se revela la verdadera
fortaleza del ser.
En este sentido, su libro tiene resonancias místicas, pero
también existenciales. Dialoga con los grandes temas de la tradición
espiritual: el mal, la culpa, la pérdida, el silencio de Dios… pero los traduce
al lenguaje de la experiencia humana, cotidiana, corporal.
El poema concluye con una súplica estremecedora:
“Santificado sea tu nombre. El embrujo de sus ojos se diluye
burlón,
me muestra su lengua, ríe y se esfuma sobre mi cama. Líbrame del mal.”
Ese “líbrame del mal” final es una imagen prodigiosa. El
Laberinto de las Sombras, Ana Mar Moreno nos recuerda que la oscuridad no
es el fin, sino un pasaje. Que el miedo no es el enemigo, sino el umbral. Y
que, a veces, solo atravesando la noche podemos comprender la verdadera
dimensión de la luz.
Leer este libro es un acto de valentía, porque en sus páginas
late la voz de una mujer que se atreve a mirarse sin disfraces, que ha
descendido a sus propios abismos y vuelve con las manos llenas de fuego y
palabras.
El Laberinto de las
Sombras nos invita al silencio, a la introspección, a la reconciliación con
lo que somos cuando ya no hay luz que nos oculte.
Los Laberintos de la Sombra
Ana Mar Moreno
I
La oscuridad inoculó a mi espíritu
Pacientemente
el caos me esperaba
en los laberintos de la sombra
donde la inercia del tiempo
me embelesó en sus paredes.
El vacío se nutrió de la desolación
de mis manos descarnadas
de la peste de las palabras muertas
estrelladas en el muro
del silencio.
En los pasillos de la incertidumbre vi sus ojos
inexpresables se posaron sobre mí
me despojaron del cielo
del aire
de la tierra
de mi nombre,
del universo que construí con mis manos.
II
Una legión de tinieblas
me acecha
me acecha
en la prisión de este maleficio sin ojos
una legión.
Herida abierta por los siglos de los siglos.
La letanía en la punta de la lengua no espanta la pesadilla
no me salva de la oscuridad
que se me monta sobre los huesos
e insiste en despojarme del último resquicio de fe.
Padre nuestro
líbrame de la noche
se me ha metido al cuerpo
me asfixia
ciñe su fuerza sobre mi cuello
líbrame de ella.
La siento caer con todas sus furias sobre mí,
colocar el peso de su eternidad sobre mi espalda
buscar mi rostro y exponer sus siete cabezas
para reírse de mi plegaria.
Santificado sea tu nombre.
El embrujo de sus ojos se diluye
Burlona
me muestra su lengua
ríe
y se esfuma sobre mi cama.
Líbrame del mal.
III
En los laberintos de la sombra
encontré los cadáveres de mis antepasados
me reconocí en cada uno de ellos.
Dijeron que sus pecados eran míos
y se incrustaron en mí.
Sentí el peso de sus culpas
la mancha de la sangre que llevaban en sus manos
el dolor que goteaba de sus cuencas vacías
y el placer tibio de las sábanas donde yacían cuerpos ajenos.
La noche me poseyó con su negrura
Y en complicidad de los laberintos
los pecados desaparecieron.
*
Ana Mar Moreno es escritora, tallerista y promotora cultural con más de
tres décadas de residencia en Quintana Roo. Ha participado en más de veinte
antologías nacionales e internacionales y fue seleccionada por la revista Tropo
a la Uña como una de las diez voces poéticas del norte de Quintana Roo
(2021).
Autora del cuento La armadura de los vegetales, seleccionado
para su publicación por Ediciones Momo, ha coordinado el Festival
Internacional de Poesía “Palabra en el Mundo”, Acción Poética Playa del
Carmen, y es fundadora de Los Literatos Riviera Maya y de la Sala
de Lectura La Hojarasca. Ha sido mediadora de lectura por Instituciones nacionales y estatales en diversos programas.
Presentación que hice en el marco del Festival del Origen,
nombramiento de Playa del Carmen en 1902, aniversario 123. Realizado por el
Consejo Ciudadano de Ciencia, Cultura, y Artes de Playa del Carmen








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